El ojo fotográfico, el don de los pacientes

Asturias

Uno de los temas recurrentes que siempre me sorprenden y del que tengo la suerte de poder aprender y extraer muchas e interesantes conclusiones al escuchar decenas de opiniones de asistentes a los cursos y talleres de fotografía que comparto a lo largo del año, gira en torno a la capacidad que tenemos de ver “donde” esta la foto, o lo que es lo mismo, como se puede aprender a mirar para captar la esencia, o lo que algunos denominan, “imágenes que impactan” o “grandes fotografías”. Aunque esto, realmente, es algo siempre muy personal, puesto que la fotografía que hace cada uno debería ser una gran fotografía en sí, simplemente si quien la realiza esta satisfecho con ella, y no por lo que los demás puedan decir u opinar acerca de la misma….o calificarla de “fotaza” o gran fotografía. Por ello no es extraño que muchas personas, simplemente no publiquen nunca sus fotografías, o no las editen o revelen después de hacerlas, ya que su motivación difiere a la del resto de mortales, algo lógico y muy respetable, al igual de quienes no presentan jamás una de sus fotografías (por muy buenas que puedan ser éstas..) a concursos de fotografía, probablemente por no buscar o ningún reconocimiento o por pensar que es ciertamente difícil que un jurado entienda o pueda interpretar el porqué de ese instante, de ese autor.

De cualquier forma y centrando de lo que hablamos en este post, el proceso creativo que pueda tener cualquier persona para captar grandes imágenes o fotografías impactantes, en mi opinión y como reflexión a muchas conversaciones y discusiones acerca de ello, puede ser  más sencillo de lo que parece a simple vista, si entendemos que para conseguir buenas imágenes hay una serie de factores clave, que deberían confluir, entre ellos, la necesidad de una mirada y pausa interior….probablemente como el prioritario.

Una de las cosas en las que hemos coincidido, es que quizá para realizar esa “nuestra gran fotografía” debamos empezar por parar el tiempo, algo que es obvio, pero difícil, ya que detener nuestro ajetreado ritmo (si..! el diario al que vamos a cien por hora) aunque sea durante un periodo concreto es algo más que necesario, para conseguir, las condiciones favorables y que ocurra el milagro.  La observación detenida, incitada por nuestra percepción, a visualizar pausadamente el entorno como factor elemental para ese primer paso de la fotografía, de nuestra gran fotografía. A veces es posible estar horas y horas esperando ese instante.

A todos nos sorprende en muchas ocasiones un instante concreto de luz y un determinado escenario que nos llama la atención y nos invita a coger la cámara para llevar el visor a nuestro ojo, e intentar trasladar lo que vemos en ese momento único, al sensor de nuestra cámara. Quizá éste primer factor, sea el más relevante, el primero o prioritario, percibir (con detenimiento) y entender por ello, las condiciones cuantitativas de la luz, el color de una escena y entonces detener nuestra mirada para ver sus posibilidades….resumiendo, parar el mundo como si de Matrix se tratara y aprender a mirar, pero siempre a través del visor, no con los ojos, y lógicamente mediante la experimentación….ya que las reglas sirven sólo para practicar y coger soltura, y son estas las que nos enseñan a colocar cada cosa en su sitio, otorgando efectismo, dramatismo en la escena, que nosotros queremos captar.

Cuantas veces vemos fotografías de lugares en los que hemos estado anteriormente y decimos asombrados…¡¡¡ yo he estado allí  !! , o ¿ dónde estaba eso..? yo no lo vi..!! y es así. La riqueza de nuestro ser está en percibir cada uno las cosas de diferente manera, incluso cuando todos juntos nos plantamos en el mismo lugar para fotografiar algo. Cada uno tiene una forma diferente de verlo, y eso es fantástico, pues cada mirada, cada persona, interpreta lo que ve de muy diferente manera, con planos, encuadres y exposiciones (más luminosas u oscuras, y subexpuestas) ya que a cada uno nos gusta de una forma diferente, original, peculiar, particular o como queramos llamarlo. No creo en una foto mejor que otra, sino diferente.

Independiente de como percibir cada uno nuestro escenario idóneo, debemos pasar al siguiente factor, posterior a la mirada, el técnico. Si, ese que tantos temen. El modo Manual. Este es una cuestión de compensación, de exposición o medición de luz (un juego de niños, de mas y menos luz) que viene condicionado por nuestra predisposición técnica, mayor o menor conocimiento y manejo de nuestra cámara, y que a fin de cuentas es algo que simplemente es una cuestión de práctica, y que como en muchas ocasiones, representa tan sólo un 10% del todo de la fotografía.

Para no hacerlo muy complejo, el tercer paso de este conjunto de factores concluyentes podría estar nuestra creatividad y originalidad en concentrar a través de nuestro visor un plano o escena que a veces por pura casualidad o experimentación nos ofrece un sinfín de posibilidades, a través de encuadres, desenfoques originales o creativos….

Sin embargo si partimos de que cada uno de nosotros tiene una motivación personal a la hora de realizar una fotografía, razones muy diferentes y a veces opuestas a los que otros hacen, podemos entender que para disfrutar de la fotografía quizá no es necesario crear “grandes imágenes” sino conseguir capturar nuestros pequeños instantes, teniendo en cuenta que el ojo fotográfico, es en gran medida, el don de los pacientes, en el que debemos; primero mirar o percibir…con el detenimiento necesario, después encuadrar y exponer, y finalmente experimentar disparando, ya sea con la cámara de un smartphone, o con la mejor cámara de mundo mundial….aunque recuerda que la cámara, no es capaz de hacer grandes fotografías, esas, las hace cada uno. Y estas no son mejores que otras, son únicamente diferentes y únicas.

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