La escapada del cautivo

Hace unos días me encontré con un viejo amigo, también fotógrafo; Miguel. Hacía años que no le veía y nos alegramos los dos de cruzarnos en el camino para recordar nuestras andadas y echar una cervezilla. Comentamos lo liados que siempre andamos. Hablamos de los amigos comunes, del trabajo, las obligaciones, y del devenir que cada uno tiene para convertirse muchas veces en cautivo de la rutina, del trabajo y todo eso.

Miguel me explicó que hace unos meses había decidido, escapar y huir de su anterior modo vida, lleno de consumo desmesurado, de horas extras de trabajo y de convicciones que no le acababan de llenar como persona y le convertían en cautivo de una moda que no entendía, pero que irremediablemente nos arrastra con sus efluvios.

Coincidimos ambos que cualquier esclavitud no es merecedora de nuestro tiempo y que éste es efímero y limitado y por ello se debe emplear en llenarnos al 100% en cualquier tarea, trabajo o función que deseemos desarrollar. Miguel me expresó que después muchos años había aprendido a vivir y sobrevivir mejor. Dejando a un lado las modas y disfrutando del tiempo. Me imagino que todos podemos encontrar algo de razón y más en tiempos de crisis consumista como los que vivimos a identificarnos con él. Yo también le conté mi secreto a Miguel para ser feliz, vivir al día sin más preocupación que sobrevivir aprendiendo de cada momento. Por eso salgo aprovecho cada minuto con la familia, salgo mucho al monte, al mar y la montaña, de escapada, de taller, de lo que realmente me llena.

Cuando me iba para casa una afirmación sobre el encuentro me rondaba la testa y era que quizá todos aprendemos más pronto o tarde una lección sencilla y antiquísima; la lección de que ni las televisiones de plasma, ni los iPod, ni la acumulación de horas extras o los superfluos lujos con los que el mercado nos aturulla son realmente lo que nos da la felicidad.

A disfrutar que es primavera….!

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