Loarre, la parada obligada

Loarre es una visita obligada siempre que vamos al Pirineo occidental. Sus muros albergan mucho de la historia de esta tierra y localidades, entre ellas Bolea.
Fue construido en el siglo XI por orden del rey Sancho III, para servir como avanzadilla desde la que organizar los ataques contra Bolea. Durante el siglo XII la zona deja de ser fronteriza y el castillo pierde su función inicial de avanzadilla contra las tierras musulmanas.

La construcción primera fue posteriormente ampliada a la que conocemos hoy en día durante el reinado de Sancho Ramírez, bajo cuyo reinado se procedió a la fundación de un monasterio en dicho castillo, por lo que pasó de ser residencia real a convento de agustinos.

Esta fortificación ha aguantado durante siglos los envites de generaciones y pueblos, muchas guerras y batallas. Durante los meses de invierno, con las nieblas merece la pena subir por la mañana a descubrir desde sus privilegiadas lomas, kilómetros de extensión hasta divisar el Moncayo. Si pasas por Huesca o de camino a Ayerbe hacia los Valles Occidentales del Pirineo Aragonés, no dejes de visitarlo.


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